En zona residencial, encontramos esta joya luminosa con alma mediterránea en Vilassar de Dalt, lindando con Cabrils.

Al cruzar el umbral de esta magnífica propiedad, uno tiene la sensación de llegar a un lugar donde el tiempo se detiene. Un jardín cuidado con esmero nos da la bienvenida, con su porche acogedor que anticipa la serenidad que envuelve toda la casa. Desde el primer paso, se respira armonía, luz y esa calma que solo regala el paisaje mediterráneo.

Con sus 257 metros cuadrados útiles, esta vivienda despliega una elegancia natural, sin artificios, en la que cada estancia ha sido pensada para disfrutar del confort y la belleza del entorno.

La luz es, sin duda, la gran protagonista: entra a raudales por cada ventana, acariciando las paredes y llenando la casa de una calidez especial.

En la planta baja, nos encontramos un gran salón-comedor, presidido por una chimenea que invita a las tardes de lectura o a las conversaciones junto al fuego, se abre a una terraza soleada donde el mar y la montaña se encuentran en el horizonte. La cocina, amplia y funcional, comparte esta misma salida, permitiendo que la vida fluya entre el interior y el exterior, entre los aromas de un buen café y la brisa marina que entra suavemente por las puertas abiertas. En esta planta encontramos también un lavabo de cortesía y una habitación luminosa, perfecta como dormitorio de invitados o estudio, con grandes ventanales que enmarcan las vistas al verde del jardín.

En la primera planta, la zona de descanso se convierte en un auténtico refugio. La habitación principal, una amplia y elegante suite, invita al descanso con su baño privado y salida directa a una terraza con vistas al mar y a la montaña, terraza compartida con una segunda estancia actualmente destinada a vestidor. Desde este espacio, cada amanecer se convierte en un espectáculo de luz y color sobre el horizonte. La habitación individual, acogedora y serena, dispone también de su propia terraza privada, ideal para disfrutar de un libro o una taza de té mientras el sol se pone sobre las colinas. En este nivel se encuentra además un baño completo, cómodo y luminoso.

El altillo es, sin duda, uno de los rincones más especiales de la casa. Un amplio estudio bañado por la luz natural se abre a otra terraza desde donde las vistas son, sencillamente, infinitas: el mar, las montañas, los tejados de Vilassar… un paisaje que inspira calma y creatividad. Sobre el tejado, encontramos las placas solares, que reflejan el compromiso de esta vivienda con la sostenibilidad y el respeto por el entorno. Están preparadas para un posible calentamiento del agua de la piscina.

En el semisótano, a nivel del jardín y la piscina, la casa guarda una sorpresa encantadora: una segunda vivienda independiente que ofrece todo lo necesario para el confort diario o para recibir a familiares y amigos. Un gran salón-comedor con cocina abierta, una habitación acogedora, un lavabo-vestuario, lavadero y una bodega que invita a disfrutar de buenos vinos en buena compañía. Desde aquí, se accede directamente al jardín, el verdadero corazón de esta casa.

Un jardín que respira vida y sosiego, donde cada rincón invita al descanso y a la contemplación. La piscina se convierte en el centro de las miradas, rodeada de vegetación y acompañada de un comedor de verano ideal para largas veladas al aire libre. El rumor del agua, el canto de los pájaros y la suave brisa del mar crean una atmósfera mágica, perfecta para disfrutar en cualquier época del año. Un pequeño rincón de árboles frutales perfuma el ambiente y completa este oasis privado, mientras un porche cubierto ofrece un espacio cómodo y discreto para aparcar, integrándose con naturalidad en el entorno.

Esta casa no es solo una vivienda: es una forma de vivir. Un hogar que combina amplitud, calidez y sostenibilidad, donde cada rincón cuenta una historia y cada ventana enmarca un paisaje distinto. Un refugio de luz y tranquilidad con el mar como horizonte y la montaña como guardiana.